Una vez más, a través de mentiras y medios de comunicación internacionales, Estados Unidos, representado por Mike Pompeo, su vocero de guerra, trató a toda costa de echar abajo el gobierno bolivariano de Venezuela, dirigido por Nicolás Maduro, presidente legalmente constituido de este país. Sin embargo, la técnica de divide y vencerás; mátense entre ustedes, utilizada en Siria con la forma de una guerra civil, ha fracasado esta vez.
El 30 de abril, Venezuela vivió otro golpe de Estado perpetrado por el autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, y el condenado a 13 años de prisión domiciliaria, Leopoldo López, quien entró en acción después de haber participado en otras sublevaciones en el pasado. Todo esto ha ocurrido con la complacencia y el respaldo del gobierno estadounidense.
En los medios circulan imágenes mañosamente editadas, que no se dan abasto, para agrandar el conflicto por el poder en Venezuela. Mientras que algunos dicen que el presidente venezolano prácticamente fue detenido a la fuerza por los militares rusos, quienes frustraron su intento de huir a Cuba para resguardarse del disturbio, otros afirman todo lo contrario, de la misma manera que el mismo Maduro.
Más allá de esto, resulta evidente que, en el tablero de ajedrez venezolano, Trump y Vladímir Putin, las figuras principales de la partida, mueven sus piezas tratando de anularse uno al otro. Es importante decir que quienes tienen la ventaja en este juego geoestratégico son Rusia, China y otros países con intereses en Venezuela.
Ahora, puesto que no surtió efecto el golpe de Estado en Venezuela, Mike Pompeo pide nuevamente a Rusia la salida de sus tropas. Para ello se vale de amenazas veladas de acciones militares, aunque mantiene comunicación telefónica con Serguéi Lavrov, el canciller ruso, a petición del gobierno estadounidense.
